Si comparamos la industria textil actual con la inicamos en el 2000 podemos apreciar cambios significativos en las estrategias empresariales de las empresas que han sobrevivido y han ido adaptándose al mercado actual. Los ejemplos más claros se dan en la innovación y en la internacionalización.
La innovación se ha centrado en la capacidad de crear nuevos colecciones al ritmo del mercado con lo que hemos pasado de las dos colecciones tradicionales al año a seis e incluso a más de diez, con lo que los tiempos de respuesta han devenido críticos para las empresas. También cada día más los productos textiles ganan presencia en campos como la automoción, la sanidad, el transporte o el vestuario profesional.
En cuanto a la internacionalización, las empresas han sido conscientes, que la globalización lo cambiaba todo. Han empezado a actuar con visión internacional abandonando el tradicional referente del mercado español. Otro campo ha sido el de las inversiones en el exterior para instalar bases productivas, logísticas o tiendas en otros mercados formando una verdadera red de conexiones entre empresas que consolida la internacionalización del sector.
El comprador busca constantemente nuevos productos de moda dentro de una oferta variada de cambios rápidos y a unos precios asequibles. La respuesta de la industria ha sido crear un modelo de gestión altamente eficiente que comprende: el diseño, la producción, la logística y la distribución. Este modelo es el que han desarrollado algunas grandes cadenas de distribución que lide-ran el mercado de la moda.
Por otro lado el consumidor de moda, en especial el más joven, está cada día más informado, es más exigente y utiliza las herramientas digitales para informarse y comprar online. Este es un fenómeno imparable en todo el mundo que genera cambios en los modelos de distribución minorista, con una tendencia clara hacia la omnicanalidad, en la que las tiendas físicas y las virtuales forman parte de una misma red destinada a conocer, captar, satisfacer y fidelizar la clientela.
La capacidad de adaptación de las empresas del sector a esta nueva situación pasa necesariamente por una inversión importante de tipo tecnológico (TIC), intangible (diseño, marketing y marcas) y organizativo (sistemas), a ello hay que añadir el disponer de un personal con maestría en las nuevas tecnologías sin abandonar las capacidades tradicionales en el diseño y fabricación de los productos.
Hoy en día están apareciendo nuevas tecnologías disruptivas, como la indústria 4.0. Esperemos a ver la evolución de estos cam-bios en los próximos años, ya que su potencial permite otear importantes implicaciones eco-nómicas, laborales y también políticas